30 de agosto de 2012
Hoy dormiré en una cama nueva por primera vez en 18
años. Estoy luchando para encontrar palabras que describan con exactitud lo
nerviosa que me siento. Todo es muy diferente, el viento ya no huele a mar, el
pasto tiene un diferente tono de verde y la gente es tan distinta. Cierro los
ojos y me imagino en Lilith, con los pies descalzos sintiendo la arena entre
mis dedos, impregnándome de mar. Decirle adios a mi mamá fue lo más difícil. Me
dijo que no me preocupara, que disfrutara y absorbiera todo como esponja,
despues me abrazó y su abrazo me preocupó. Fue un abrazo efusivo y cálido, pero
era más un adios que un hasta luego.
Elizabeth y yo abordamos un barco y todas las
fundadoras fueron a despedirme. Diana me dio una carta y me dijo que la abriera
cuando sintiera mi corazón a punto de romperse. “Quien sabe”, me dijo, “igual y
nunca tienes necesidad de abrirla”. En la isla observé a lo lejos a los
primeros hombres. “¿Por qué se me quedan viendo Eli?” pregunté. “Porque eres
muy bonita Penélope”me dijo sonriendo. No fue hasta ese momento que me sentí
tan consciente de mi apariencia física. Me mantuve callada, era también la
primera vez que se refería a mí con mi nombre mixto. A lo lejos los hombres me
parecieron poca cosa, notable fuerza física y vello en lugares en donde a mí no
me crece, pese a eso nada extraordinario. “No son criaturas míticas como el
minotauro, son bastante parecidos a nosotras” me explicó Eli sin que yo
preguntara. De ahí abordamos un avión, y volar, tengo que decir, no es lo que
me imaginé. En ese avión llegamos a Buenos Aires y de ahí otro vuelo más nos
llevo a Panamá. Me sentí incómoda con todas las miradas puestas sobre mí, como si todos supieran mi procedencia. “No te
preocupes, no saben”, dijo Eli “¿Cómo sabes que no saben?” le contesté
nerviosa; “los hombres no hacen muchas preguntas y las preguntas que hacen no
siempre son las correctas” terminó. Eso
me tranquilizó. “Se te quedan viendo porque tú también los ves, ellos piensan
que te gustan” me dijo entre risas. “Sólo por verlos” pregunté incrédula, “así es, tienes que tener cuidado de a quien
le das tu atención y tu tiempo, ellos siempre van a asumir que se lo merecen”
me instruyó. Eso me causó conflicto, en Lilith una tiene que trabajar para ganarse
el respeto y aprecio de las demás, aunque hay un lazo de amor entre todas
nosotras, ese amor crece con nuestras acciones y nuestro esfuerzo. Me pregunto
por qué se creen merecedores de todo.
De Panamá tomamos un vuelo a Nueva York. Tuvimos que
pasar varias revisiones y nos hicieron quitarnos nuestros zapatos y otros
objetos. “Tienen miedo” me dijo Eli. “¿Miedo de qué?” pregunté, “miedo de que haya alguien que decida atentar
contra su vida, ya lo han intendado varias veces” y recordé mi clase de
historia de Estados Unidos. Entonces sentí miedo por primera vez y me di cuenta
de lo poderoso que es el sentimiento, es como una plaga que se apodera de tu
mente y te impide pensar. “No te preocupes, nada nos pasará” me dijo tratando
de tranquilizarme, “¿cómo sabes?” “sólo
lo sé, es un instinto, tendrás que aprender a confiar en el tuyo también”.
Suena poco lógico pero por alguna razon confié ciegamente en cada palabra que
salía de la boca de Eli y eso me permitió dormir durante la mayor parte del
vuelo.
Cuando llegamos a Nueva York era de noche. Hacía frío,
pese a mi chamarra no dejé de temblar en todo el camino hasta el dormitorio. Mientras
titiritaba de frío, Eli me dio varias instrucciones, cómo deseé que se callara,
me costaba mucho trabajo concentrarme con el frío. Con razón la gente vivi
infeliz, tener frío es horrible, pensé una y otra vez en lo que intentaba
escuchar a Eli.
“Este es tu itinerario del día de mañana, tienes
orientación con los demás estudiantes de nuevo ingreso. Casi todo tu día está
planeado. Este es tu celular, mi número esta ahí, si necesitas algo marcame por
favor, a cualquier hora. Esta es un tarjeta de débito, cuando necesites dinero
puedes ir a un ATM y sacar lo que necesites, también puedes pagar con ella, el
pin esta escrito en un papelito, apréndetelo de memoria y destruye el papelito.
Por si acaso, estos son 500 dólares, en lo que aprendes a usar el ATM.”
En Lilith no tenemos dinero, todo es intercambio y
los servicios basicos son distribuidos sin costo alguno. La necesidad y
utilidad del dinero es algo nuevo para mí, al parecer nada se puede hacer sin
dinero.
“Tus clases empiezan el lunes, usa estos dias libres
para hacer amigos y explorar la ciudad. Este es un mapa del sistema de
transporte, si te pierdes háblame y yo pasare por ti. La ciudad no es muy
segura así que evita andar sola por las noches. En el mapa señalé las zonas de
la ciudad son menos seguras, hazme caso, ¿entendiste?”. Me dijo Eli después de
la larga lista de instrucciones. Asentí y me sonrió, “aprenderás rápido no te
preocupes”. Dejamos a Eli en un edificio alto de departamentos. “Mi direccion
esta en la lista de contactos de tu celular, apréndetela por cualquier cosa,
también está en el cajón de tu buró en el dormitorio, por si se te pierde o se
te olvida. Buena suerte cariño.” Me dio un beso y le dio instrucciones al
taxista para llevarme a mi dormitorio. El taxista, su nombre era Ben, me
preguntó que si era la primera vez que me separaba de mi familia, le dije que
sí, que era hija única y que mis padres siempre me habían sobreprotegido toda
mi vida (lo que es cierto de alguna manera) y así empecé a tejer esta red de
mentiras que tendré que mantener por un año.
El dormitorio es un edificio alto también, muchas
escaleras que subir. La madera cruje al pisarla, sonido que me parece
reconfortante, me recuerda a la isla. Ben me ayudó con mis maletas hasta la
puerta de mi cuarto. Le di 50 dólares de
propina, porque gracias a él supe que los hombres pueden ser atentos, “el error
esta en asumir que todos son iguales” recordé que me dijo Diana. Ben se fue contento
y yo desempaqué toda mi maleta. Mi cuarto es pequeño comparado con el que tengo
en Lilith. Hay 2 escritorios, dos camas individuales y una ventana que da a la
calle donde me dejó Ben. La segunda cama me deja pensando que es posible que
tenga que compartir la habitación con una compañera de cuarto, pero por hoy
estoy sola. Estuve apunto de abrir la carta de Diana, me siento casi enferma de
tanto que extraño estar en la isla con las mujeres que quiero, pero me detuve y
pense que seguramente este mundo me tiene destinado momentos más difíciles que
este. Lloré un poco y ya me siento mejor. Hasta mañana Lilith.
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