Thursday, July 29, 2010

Vidas tan diferentes



No puedo evitar dar un paseo por mi no tan lejano pasado y sentirme tan extraña ante la vida que ya no tengo y que ya no quiero. Entre sombras todavía reconozco a la mujer que se dormía entre canciones de trova deseando el amor de algún tarado. Recuerdo perfectamente el libro que leía mientras mi vida transcurría entre corazones rotos, mucho dramatismo y una maleta llena de porvenir y suspiros.


Comparo mi vida, un año de casada, pensando en hijos, con esos amores de juventud que se encuentran por los mismos caminos, casados, con trabajos y responsabilidades. ¿Quién era esa persona que sufría tanto? ¿Por qué el desborde de amor no correspondido? A riesgo de sonar como anciana, cuando eres joven (lo dice la vieja de 28 años) le dedicas tanto tiempo a tus deseos y añoranzas que un poco de ti se pierde en la idealización de ese ser etéreo del que te quieres enamorar. El sentimiento es tan intenso que lo confundes por verdad.


Al final de cuentas ahora me da gusto que Menganito no me volteara a ver, y que Fulanito me enseñara como no se debe de querer. Me sigue gustando la trova pero no con un fin masoquista sino como un ejercicio de poesía. Me sigue gustando leer esas novelas tan tristes y desesperantes que por momentos te dan ganas de abrazar, cachetear o consolar a la protagonista. Las leo por gusto y con el afán de entender los diferentes matices que el dolor da a los corazones. Uno en su tristeza se distingue de los demás, felices todos nos vemos igual.


Entonces este escrito lo dedico a todos aquellos hombres que me hicieron llorar queriendo o sin querer. Se lo dedico a aquella niña/joven/mujer que rezó tanto por un final feliz. Se lo dedico a aquella mujer que se reirá en unos 20 años de este mensaje y seguro pensará que era la más cursi del planeta. Se lo dedico a aquella que sufre de un corazón roto, a ti te digo, no te preocupes nena, esto se cura, esto también pasará.