Capítulo 1
La brisa del mar acariciaba su piel y las olas la arrullaban. No sentía ni frio ni calor y los rayos de sol resaltaban el azul en sus ojos. El mar estaba calmado, después de la tormenta de la noche anterior todo parecía haber vuelto a la normalidad. A lo lejos se veía la casa. Una casa con personalidad, de madera fuerte y pintada de un amarillo pálido que en algún tiempo estuvo de moda. La casa era vieja y estaba llena de recuerdos. Recuerdos de tantos veranos que pasaron todos en familia, de la arena que se almacenó en las esquinas de cada cuarto y el aire fresco que circulaba por la casa evitando añejar los dolores.
La llamé y volteó rápidamente, estaba sentada en la arena jugando con las conchas que tenía a su alrededor. Tenía 10 años y yo 12 otra vez. Me platicó de sus hallazgos en la playa y me jugó carreras para ver quien llegaba primero a la casa. Llegué yo primero y cuando abrí la puerta desperté. Otra vez.
Sesión 6: Emma y Alberto
T: ¿Cómo les fue esta semana?
E: Sin contratiempos, como siempre, otra semana sin novedades.
A: Lo dices como con coraje.
E: No es con coraje, ya vas a empezar, ¿qué quieres que te diga?
A: Bueno, a mí me fue bien, tuve una semana muy productiva, mi jefe me felicitó por mi proyecto y en general en el trabajo todo marchó perfecto.
T: ¿Y en la casa?
A: En casa los niños con muchas tareas, Emma dormida la mayoría del tiempo. Estancados.
E: No digas eso, siento como que nada es suficiente, no me la paso dormida, si así fuera nada se hiciera en la casa. ¿O acaso no está limpia tu casa? ¿no tengo la comida siempre lista y a los niños bañados y arreglados toooooodos los días?
A: Bueno, me hicieron una pregunta y yo contesté con lo que tuvo más resonancia en mi semana.
E: ¿Tu trabajo?
A: No, tu falta de interés, ¿es normal eso?
T: En situaciones como ésta es fácil caer en depresión y perder un poco de noción de los demás.
A: ¿No fue ya mucho tiempo?
E: ¡Que se te muera tu madre adorada y a ver cuánto te tardas en superarlo!
A: ¡Chingada madre Emma, por qué te pones en ese plan! Te estoy tratando de entender.
T: Tranquilos, no hay que perder la calma.
E: Es que no soy un pastel que puedes poner en el horno y va a estar listo cuando suene el reloj.
T: Si te entiendo, y para responder a tu pregunta Alberto, no hay tiempo para estas cosas. El duelo es un proceso individual y largo.
Sesión 10 Emma
E: Soñé con ella.
T: ¿Qué pasó en el sueño?
E: Estábamos en la playa donde pasábamos nuestros veranos cuando éramos chicas.
T: ¿Cómo te sentiste?
E: Feliz de verla, triste de despertar.
T: Y ahora, ¿cómo estás hoy?
E: Cansada, siento que todo me cuesta mucho trabajo; despertarme, sonreír, seguir con mi vida. ¿No sería bueno que me recetara algunas pastillas?
T: Es posible, si tú quieres y crees que te ayudarían.
E: Es que no me quiero sentir así por Alberto y por mis hijos, no quiero que tengan ese recuerdo de mí, su mamá siempre triste y desganada, estando sin realmente estar.
T: OK, déjame checo y te doy una receta en la siguiente sesión. ¿Estás haciendo la tarea que te encargué?
E: Sí pero no sé de qué me sirve escribir un diario.
T: Es un medio catalizador para poner lo que sientes, en algún momento te ayudará a identificar las áreas donde hay que trabajar.
E: Siento que estoy haciendo algo mal, siento que no debería de querer sentirme feliz, que la estoy insultando cuando me rio, si es que eso llega a pasar.
T: Yo creo que estás siendo inteligente y haciendo lo que es sano no sólo para ti sino para toda tu familia. Es normal sentirte triste pero también es normal quererte sentir feliz. Tu hermana hubiera querido que fueras feliz. ¿Emma, me escuchaste?
E: Sí, perdón, me distraje.