Buscando algo que hacer quise encontrar alguna página de internet de algun autor de literatura y me vino a la mente el recién fallecido Mario Benedetti. Una sensación de vértigo invadió mi cabeza, me recordó ese preciso momento en el que uno se enamora, una combinación de adoración y abandono que no siempre se puede recrear. Me acordé que hace mucho no leo poesía, que la he dejado olvidada mientras continúo con mi vida, mientras me pierdo en el océano de preocupaciones y de cansancio, en la alegría de iniciar otro capítulo más y en la confianza del amor correspondido. Me recuerdo un poco que no por eso he dejado de necesitarla en mi alma, que sigue siendo un alimento especial que renueva mi esperanza, que hay belleza en el sufrimiento que se plasma y que no debo de olvidarla jamás. En un poema el amor se encapsula y aunque a veces la intensidad del sentimiento es imposible de traspasar el papel eso no significa que no existe en nosotros. En un poema la desgracia es sublime tanto que envidias la desdicha que produce y se vuelve uno sólo un poco masoquista. Leer poesía es como consentirse con un chocolate, es un pecado del alma, es algo que no parece necesario, hasta que se vuelve a leer y te acuerdas que dejaste de respirar todo ese tiempo olvidado.
