Tuesday, January 26, 2016

La Isla de Lilith: La Noche de Tantos Colores (Décima Cuarta Parte)



El silencio violento y las lamentaciones fueron interrumpidas por el sonido incesante de la tetera. Penélope se sobaba los brazos, tratando de consolarse, y contemplaba a la gente que pasaba por la calle desde la ventana.
Qué lejos estoy de las almas que conozco, qué fácil se desdibuja la esperanza en el rostro del hombre. La crueldad es aprendida pero con qué natural le brota a algunas personas. Qué difícil encontrar cosas en común con estos seres tan indiferentes al sufrimiento. Y luego está él, tan fuerte, tan vulnerable y tan fácil de querer, es mi ancla en este mundo ajeno, del que no me siento parte.  
- ¿Qué piensas?
- Pienso que estoy decepcionada de este lado del mundo.
- ¿Crees que todos somos iguales?
- No, eso sería demasiado fatalismo de mi parte. Pero quizá vine aquí siendo muy ingenua. La mayor parte de mí hubiera preferido no haber tenido que sacrificar la noción de que todo ser humano es noble y bueno por naturaleza. Entiendo el velo de ignorancia que mi familia ha puesto sobre mi pueblo.
- Si no hubieras venido no nos hubiéramos conocido.
- Es verdad, pero si no hubiera sido yo hubiera sido otra. Mi tía dice que no hay nadie indispensable para vivir, sólo se tiene a una misma.
- Las palabras de tu tía son amargas y no son ciertas; yo no creo que hubiera sido otra. Si no fuera por ti yo creo que nunca hubiera enfrentado a mi padre.
- Creo que te subestimas.
- Quisiera tenerme la misma fé que tú me tienes.
- No creo ser la única que cree en tí.

Penélope extendió su mano hasta alcanzar el cabello de Hunter quien estaba sentado en una silla de la cocina. Hunter la jaló hacia él y la abrazó fuertemente. Su cabeza descansó en su vientre. Su oreja rozó su pecho y con sus manos jaló su boca a la suya.
Mientras se besaban las manos de Hunter recorrían la espalda de Penélope con caricias llenas de ansiedad. Sus manos se detuvieron en el cierre del vestido y empezaron a bajarlo lentamente hasta llegar a la cintura. Penélope sintió sus manos frías en su espalda baja ahora descubierta y cortó el beso.
- ¿Qué pasa?
- Nada pasa, me das miedo, eso es todo.
- Tú también me das miedo. No hay nadie en el mundo que tenga tanta influencia y poder sobre mí que tú.

Penélope sentía su cuerpo estremecerse y su respiración entrecortada. El aliento y calor de Hunter la confundía y no la dejaba pensar. Esto que estaba sintiendo era nuevo, esta necesidad de sentirlo tan cerca. Se arrancó de su abrazo, se cerró el vestido y se fue hacia el sillón donde se sentó cruzando las piernas para no delatarse con su cuerpo. Hunter se acercó hacia ella y se arrodilló en la duela a su lado. Abrió sus piernas con sus manos y se metió entre ellas, se acercó a su hombro y lo besó dulcemente, luego el cuello, luego detrás de la oreja, luego la boca, tomando con firmeza cada territorio mientras Penélope luchaba encontra suya intentando articular palabra. Se sentía invadida y más vulnerable que nunca pero la asustaba su incapacidad de negársele. Hunter la convencía tan sólo con su mirada, la enredaba entre caricias y la sometía tiernamente. Este era el único requisito del año mixto al que ella se oponía y en ese momento no comprendía exactamente qué era eso tan importante que no debía dejarse quitar o ceder. Cayó entonces en una amnesia absoluta en donde estaban solos, clausuró todo pensamiento y se dejó sentir. Hunter la puso de pie bajo sus manos hasta el cierre del vestido y lo bajó lentamente, el vestido cayó al suelo y la condujo hacia el otro lado de la habitación donde estaba la cama. Ambos se encontraban sumergidos en el momento y deseando más uno del otro. Penélope alzó los brazos y le desabotonó la camisa y desabrochó sus pantalones. Hunter se quitó lo poco de ropa que le quedaba y abrió las piernas de Penélope dejándose abrazar entre ellas. Le hizo el amor lentamente mientras ella se dejaba consumir por las sensaciones que hacían eco en todo su cuerpo. Una chispa se prendió en su interior y con cada movimiento la chispa creció hasta hacerla explotar deliciosamente en mil pedazos. Hunter le susurro al oido; "te amo". Penélope le sonrió y cayó inmersa en un sueño profundo.

Cuando despertó ya era de día. Su cuerpo desnudo estaba cubierto por sábanas y almohadas. Se sentó en la cama cubriéndose con las cobijas y se encontró a Hunter a su derecha sentado en una silla, vestido de jeans y camiseta, observándola.
- No me dijiste que eras virgen.
- ¿Perdón?
- ¿Ya viste las sábanas?
Penélope metió la cabeza entre las sábanas blancas para descubrir una mancha de sangre, que la asustó.
- No te preocupes, sábanas tengo muchas. ¿Descansaste?
- Sí...
Hunter sonrió tímidamente.
- ¿Qué pasa?
- Nada, te quiero.
Su confesión vino en el momento adecuado, justo mientras la mente de Penélope empezaba a divagar y a darle vuelta a sus decisiones. Por un momento sus voces se calmaron, había hecho lo correcto y lo correcto en esta ocasión era también lo que había deseado, sin saber, desde que lo conoció.
- Yo también te quiero.


Penélope sintió su rostro enrojecer, todavía trataba de reconstruir en su memoria la noche que había vivido. Pensaba en Eli, en qué le iba a decir y preguntar, en sus otras hermanas, en lo que ellas habrán sentido, en qué tan diferentes habrán sido sus experiencias. Pensaba en lo peligroso que era continuar esta relación con Hunter, cómo podría decir adios después de esto.
- Ya veremos.
- No te creo, no juguemos, hasta el momento la nuestra ha sido una relación sincera, dime qué piensas de verdad.
- ¿La verdad?
- La verdad por sobre todas las cosas.
- La verdad es que todo es nuevo y excitante, no conocía esta parte de mí, no pensaba que esto iba a ser así. Tampoco me conocía tan feliz como me siento hoy y todo es por ti. Y sí, me gustó, me gustaste tú. 
- Me gusta escucharte decir esas cosas. Eres muy buena con tus palabras. Me encanto despertar a tu lado, quisiera que así fuera todos los días.
- Creo que me estás pidiendo que viva contigo, ¿y mi escuela? te amo, pero quiero mi independencia.
- Cualquiera pensaría que el hombre en esta relación eres tú.
- ¿Por qué dices eso?
- Por que parece que ya te hartaste y te haces a un lado y yo quiero más de ti, no me canso.

Penélope sintió un pleito venir, descubrió su cuerpo y jaló a Hunter hacia la cama.

- Ya me cansé de hablar, mejor abrázame. Luego vemos eso de vivir juntos.